Las especies del género Fusarium son los principales hongos que infectan a los cultivos. Este grupo de hongos, de color blanco, rosa o rojo, pueden producir micotoxinas en la planta y suelen proliferar en climas húmedos con temperaturas moderadas.
Los hongos Fusarium producen varias micotoxinas, como las fumonisinas, el deoxinivalenol (DON), la toxina T-2/HT-2, la zearalenona y el ácido fusárico. Suelen detectarse concentraciones elevadas de estas micotoxinas en los tallos y las mazorcas más que en el grano. Si bien los hongos no suelen sobrevivir después de la cosecha del grano, las micotoxinas permanecen inalteradas, pero invisibles a simple vista.
Y PROSIGUE CON LA MICOTOXINA: FUMONISINAS
Existen tres tipos de fumonisinas: B1, B2 y B3. La fumonisina B1, la forma más habitual y la más prevalente de todas las fumonisinas, es la más tóxica para muchas especies animales. Las fumonisinas aparecen de forma natural en los cultivos de todo el mundo. La contaminación por estas toxinas ocurre a menudo cuando la floración tiene lugar en condiciones de clima seco y cálido, lo que permite al hongo infectar el grano. Las precipitaciones y las temperaturas calurosas antes o en el momento de la cosecha favorecen la producción de fumonisinas.
Las fumonisinas rara vez se detectan de forma aislada. A menudo, se presentan junto con otras micotoxinas como las aflatoxinas, el ácido fusárico, el deoxinivalenol (DON) y las toxinas T-2/HT-2. La presencia de varios tipos de micotoxinas aumenta el riesgo total para el animal.
Datos básicos sobre las Fumonisinas:
- Los hongos Fusarium que producen fumonisinas son: F. moniliforme, F. verticillioides y F. proliferatum.
- Las fumonisinas fueron descritas por primera vez en Sudáfrica en 1988 tras un brote de leucoencefalomalacia equina.
¿CÓMO DETECTAR LA CONTAMINACIÓN POR FUSARIUM , EL HONGO QUE PRODUCE LAS FUMONISINAS?
Las fumonisinas pueden afectar gravemente al intestino de los animales. Se ha demostrado que las fumonisinas aumentan la colonización del intestino por patógenos como E. coli y Salmonella. La magnitud de este efecto sigue siendo importante incluso cuando el nivel de fumonisinas es bajo y puede acarrear problemas sin que el animal manifieste ningún otro signo clínico.
Las fumonisinas se degradan poco en el rumen y su cantidad tan solo se reduce entre un 10 y un 18 % en el ambiente ruminal. No se absorben bien en el intestino delgado de los rumiantes y se ha demostrado que ejercen efectos negativos sobre la salud intestinal, la inmunidad, la función hepática e, incluso, la producción de leche.
La ingesta de fumonisinas en los rumiantes puede conllevar
un rechazo del alimento y un menor consumo de materia
seca. La velocidad de ingesta se ve reducida, lo que provoca
una disminución de la ganancia de peso y la eficiencia
alimentaria. El ganado joven es más propenso a presentar
una depresión del sistema inmunitario y, esto supone, que
los tratamientos sean menos eficientes y resulte necesario
repetirlos. También pueden sobrevenir problemas respiratorios
y una mala salud intestinal, en especial en los terneros recién
introducidos y al inicio del cebo.El ganado porcino y equino es especialmente vulnerable a la exposición a las fumonisinas. El porcino puede desarrollar edema pulmonar, mientras que los caballos pueden presentar leucoencefalomalacia equina. Es posible que aparezca aturdimiento, cojera y convulsiones e, incluso, que se produzca la muerte del animal.
En el caso de los subproductos, como los granos secos de destilería con solubles, la concentración de micotoxinas puede ser unas tres veces mayor a la del maíz original. Si la presencia de micotoxinas en el maíz es ya elevada, hay que controlar más adelante el nivel de contaminación en los subproductos.
Analizar las materias primas para detectar la posible presencia de micotoxinas es esencial para establecer una estrategia de control adecuada. Para obtener más información sobre las fumonisinas y las estrategias de control de las micotoxinas, visite knowmycotoxins.com.
